-El golpe de estado de 1979

 



El golpe de estado al General Carlos Humberto Romero, perpetrado el 15 de octubre de 1979 por un grupo de jóvenes militares, liderados presuntamente por los coroneles Jaime Abdul Gutiérrez y Adolfo Majano, marcó un hito en la historia de El Salvador. Este movimiento derrocó al presidente Carlos Humberto Romero, quien había asumido la presidencia en 1977 tras ser electo por el Partido de Conciliación Nacional (PCN).


El golpe no solo implicó la destitución del presidente, sino también la disolución de la Asamblea Legislativa y la Corte Suprema de Justicia, con la instauración de la Ley Marcial y el Estado de Sitio. Las razones presentadas por la Fuerza Armada para llevar a cabo este movimiento incluían violaciones a los derechos humanos, corrupción en la administración pública y judicial, desprestigio del país y la institución armada, fraudes electorales y programas de desarrollo inadecuados que limitaban el cambio estructural del país.


La Junta Revolucionaria de Gobierno (JRG) se hizo cargo del Gobierno después del golpe, prometiendo un proyecto que permitiría la participación de todos los sectores en elecciones libres, reformas agrarias, estatización de la banca y un estricto control estatal del comercio exterior. Sin embargo, este proyecto no logró materializarse debido a la emergencia de grupos armados de izquierda, la continua represión y la falta de cambios significativos en beneficio de la población.


La JRG tuvo tres fases. La primera gobernó desde octubre de 1979 hasta enero de 1980, la segunda se constituyó en enero de 1980 y la tercera surgió en diciembre de 1980. Estos períodos estuvieron marcados por actos violentos, incluyendo asesinatos de figuras destacadas como monseñor Romero y Félix Ulloa, lo que reflejaba la violencia política desenfrenada entre distintos grupos ideológicos.


El gobierno de la JRG intentó revertir las reivindicaciones de la izquierda, expropiando propiedades agrícolas e  industriales dedicadas a la producción de café y la banca comercial. Paralelamente, se mantuvo una fuerte represión. Sin embargo, la violencia y la polarización política generaron una grave crisis social, política y económica en el país.


Esta situación llevó a la formación del FMLN, un grupo insurgente que optó por la vía armada al no poder alcanzar el poder mediante elecciones. El conflicto se agravó, emulando la revolución sandinista de Nicaragua en 1979. Así se inició el período más sangriento de la historia salvadoreña, caracterizado por una escalada de violencia que sumió al país en una crisis profunda y prolongada.




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